En el barrio de Arroyito, donde el aire huele a río y a pasión, hoy se respira algo más: la certeza de un equipo que se siente dueño de su destino. Rosario Central, proclamado hace pocas horas como “Campeón de Liga” por la AFA, no tiene tiempo para la fiesta prolongada. A las 17:30, ante su gente, se medirá con Estudiantes por los octavos de final del Torneo Clausura, en una reedición de un cruce que ya conoce.

La semana terminó con el sello oficial de un logro que se gestó en la persistencia: ser el equipo con más puntos en la Tabra Anual. 66 puntos que dejaron atrás a Boca y Argentinos. Una conquista silenciosa que estalló en las redes de Ángel Di María con un contundente: “La gloria no tiene precio”. El Fideo no es solo un jugador más; es el símbolo de este proyecto, la estrella que estuvo en el cónclave con la dirigencia y que ahora debe ser el faro en la cancha.

Pero la gloria, en el fútbol, es un instante. Y el presente exige confirmarla. El rival es el mismo al que barrieron del Gigante hace seis meses, pero el contexto es otro. Estudiantes, el último clasificado que entró temblando tras la derrota con Argentinos y una sucesión de milagros ajenos, llega sin nada que perder. Es el equipo incómodo, el que puede arruinar la fiesta.

Ariel Holan enfrenta el partido con una baja dolorosa: la ausencia de Ignacio Malcorra, suspendido por dos fechas. Su lugar podría ser ocupado por una novedad con sabor a historia: la camiseta conmemorativa de los 30 años de la Copa Conmebol, un guiño al pasado que busca inspirar el presente. Esa casaca, que tal vez estrene hoy el equipo, es un recordatorio de que en este club, las hazañas son posibles.

La clave, más allá de la emotividad, estará en el mediocampo. La dupla de contención Federico Navarro y Tomás O’Connor deberá neutralizar la salida de un Estudiantes que jugará a la espera, con Cristian Medina como principal armador. Jorge Broun, el capitán, tendrá detrás una zaga que debe estar impecable para frenar a Edwuin Cetré, el peligro más claro del Pincha.

En el otro arco, Fernando Muslera, veterano y frío, sabe que cualquier error puede ser letal contra un Delantero como Alejo Véliz y la magia de Campaz por las bandas.

Hoy, el Gigante no solo recibe a su equipo. Recibe a un campeón que quiere serlo otra vez, con un ídolo mundialista en el campo y una camiseta que habla de épocas doradas. El partido promete fuego, técnica y esa tensión única que solo los Playoffs saben regalar. En Rosario, la gloria no tiene precio, pero hoy tiene un partido. Y es obligatorio ganarlo