El aire en el desierto de Yas Marina no solo lleva la electricidad del final de temporada y la definición de un campeonato. Para Alpine, el Gran Premio de Abu Dabi es mucho más que el acto de clausura: es una vitrina estratégica, un laboratorio a cielo abierto donde se prueban los cimientos de su futuro. En la antesala del cierre de 2025, el equipo anunció la participación activa de sus dos joyas en desarrollo: Paul Aron y Kush Maini.

El movimiento es reglamentario, pero la ejecución es profundamente táctica. Paul Aron, el estonio de 21 años que ya dejó destellos de su pulso firme en Monza y Ciudad de México, volverá a ocupar el asiento de Pierre Gasly en la primera práctica libre del viernes. Es su tercera FP1 con la escudería, un número que va mucho más allá del cumplimiento. Cada kilómetro recorrido en el A525 es un byte de información invaluable, una adaptación neuronal a la exigencia de la Máxima. Aron no oculta su ambición: sus declaraciones hablan de “desarrollo personal” y de “aprovechar por última vez este año”, consciente de que cada sesión es un escalón.

Pero la jugada de Alpine es doble. Mientras Aron cumple su rol el viernes, la atención posterior al gran premio se centrará en Kush Maini. El piloto indio, formado en el semillero de la Alpine Academy y curtido en el simulador, tendrá su bautismo real con un F1 moderno en los tests de postemporada del martes. Es la materialización de años de trabajo en la sombra. Maini, conocido por su meticulosidad, llega con el mapa del circuito de Yas Marina grabado en su mente gracias a la Fórmula 2, buscando extraer hasta el último decimal de rendimiento en su primera experiencia.

Sin embargo, entre líneas del comunicado oficial y en los pasillos del paddock, circula con fuerza un dato filtrado que proyecta una sombra alargada hacia 2026 y que ilusiona de manera particular a una figura del equipo: Franco Colapinto. El piloto argentino, que cerrará su temporada de rookie este domingo en Abu Dabi, no es un espectador pasivo de este proceso. La estrategia de Alpine, que rota a sus jóvenes con precisión suiza, construye un ecosistema competitivo interno. La llegada constante de talento joven y probado presiona y eleva el nivel. El mensaje es claro: el asiento es de quien demuestre más, y el equipo está invirtiendo para tener las mejores opciones posibles.

Colapinto afronta su última carrera del año tras un fin de semana complejo en Qatar, buscando un cierre que le permita resetear con buenas sensaciones. Pero su mirada, y la del equipo, ya comienza a escrutar el horizonte. La normativa de 2026, que promete un revolucionario cambio de motores y aerodinámica, representa una pizarra en blanco. Tener un grupo de pilotos jóvenes, adaptables y con kilómetros en el coche actual como Aron y Maini (quien además suma experiencia en el programa TPC con autos antiguos), es un activo estratégico de valor incalculable.

Steve Nielsen, directivo del equipo, fue elocuente al valorar el “duro trabajo” de ambos pilotos en el simulador y su preparación para “cualquier oportunidad”. Esas palabras no son un mero agradecimiento; son la confirmación de una filosofía. Alpine no solo está cumpliendo con una obligación reglamentaria; está cultivando su cantera con una visión a largo plazo.

Este fin de semana en Abu Dabi, mientras la F1 corona a su monarca 2025, Alpine juega una carrera paralela. La que no se ve en la parrilla de largada, pero que define el destino de las escuderías: la carrera por el talento del futuro. Y en esa pista, el equipo francés ha acelerado a fondo, con un plan que tiene a Colapinto muy atento y a 2026 como destino final