La imagen lo decía todo: Javier Mascherano, con los brazos alzados al cielo de Miami y una sonrisa que borró de un plumazo años de escepticismo. En el césped, el gol de Tadeo Allende sellaba el 3-1 ante Vancouver Whitecaps y consumaba no solo el primer título de la MLS para el Inter Miami, sino también el primer campeonato del Jefecito como entrenador. Un logro que llega envuelto en el simbolismo de un cierre de ciclo: fue el último partido de las legendarias carreras de Sergio Busquets y Jordi Alba.
La temporada había sido un viaje de resiliencia. Eliminaciones tempranas en la Concachampions y la Leagues Cup podían haber fracturado al equipo, pero Mascherano suplantó la magia individual con la fortaleza colectiva. “Fueron 11 meses de trabajo intenso, con momentos buenos y malos, pero esto es todo de los jugadores”, afirmó el técnico, con la voz entrecortada por la emoción, minutos después de alzar el trofeo. Y remarcó, con la convicción de quien siente que el destino se alineó: “Se nos escaparon otros títulos, pero esta vez no podía ser. Ante nuestra gente, y en el último partido de Jordi y de Busi, era imposible que se nos escape”.
El triunfo frente a los mismos Whitecaps que los habían eliminado de la Concachampions tuvo un sabor a revancha dulce. “Más allá de que no jugamos un partido brillante, jugamos con el corazón y creo que somos justos campeones”, sintetizó Mascherano, cuyo equipo se había asegurado antes el primer puesto de la Conferencia Este.
La despedida de los pilares blaugranas fue un capítulo aparte. Con la humildad que lo caracteriza, Masche dedicó palabras sentidas a sus ex compañeros: “Sus carreras no merecían otra cosa que irse campeones. Es gente que ha sido tocada por una varita mágica. Hoy los despedimos como se merecen”. Lionel Messi, otro histórico que amplía su palmarés, completó el círculo de leyendas que encontraron en Florida un final de etapa dorado.
Para Mascherano, este campeonato es una respuesta contundente. Llegó al banco de Miami tras un período al frente de las selecciones juveniles argentinas sin títulos, cargando con las dudas naturales sobre su transición al profesionalismo de clubes. “Entiendo que desde que llegamos siempre hubo dudas. Era mi primera temporada… no he tenido muy buenos resultados a nivel selecciones juveniles”, reconoció sin tapujos. Pero encontró en el vestuario un grupo receptivo: “Encontré un grupo de jugadores que han entendido la manera de trabajar. Feliz por terminar la temporada de esta manera, es increíble”.
La tarde en el DRV PNK Stadium fue, por tanto, mucho más que una final. Fue la coronación de un proyecto que apuesta por el legado de una generación, la validación de un DT novato que demostró temple de veterano, y un emotivo adiós para dos gigantes del fútbol mundial. Mascherano, el Jefe, ya no es solo el líder del mediocampo que Argentina extraña. Ahora, es un campeón desde el banco