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El desalojo del poder
Helmut Marko, la última pieza del viejo orden en Red Bull, cayó tras una batalla interna que reconfiguró la escudería. Su salida, pactada en Abu Dhabi, no fue una despedida, sino la purga final de una era de intrigas, decisiones unilaterales y un pulso perdido contra la nueva cúpula empresarial.
Martes, 09 de Diciembre del 2025 - 12:18 hs.
El desalojo del poder

La sala donde se decidió el destino tenía el silencio espeso de los acuerdos irrevocables. Allí, Oliver Mintzlaff, el ejecutivo alemán convertido en el hombre fuerte de Red Bull tras la muerte de Dietrich Mateschitz, le puso punto final a 21 años de reinado. Helmut Marko, el temible y venerado asesor de 82 años, arquitecto del imperio, salió por la puerta trasera de la Fórmula 1. No hubo ovación, ni homenaje. Solo la fría formalidad de una cena en Abu Dhabi que selló lo inevitable: la estructura que dominó la F1 moderna acababa de comerse a su último patriarca.

La caída de Marko es el capítulo final de una guerra civil que estalló con la desaparición del fundador, Dietrich Mateschitz, en 2022. Sin su protector, el austríaco y Christian Horner, el histórico jefe de equipo, libraron una lucha a muerte por el control. Marko, respaldado inicialmente por el hijo del fundador, apostó todo a una jugada: impulsar el despido de Horner tras las acusaciones de comportamiento inapropiado. Lo logró en julio. Pero fue un triunfo pírrico. Al derribar al CEO, despejó el camino para Mintzlaff, quien, lejos de agradecerle, lo identificó como el siguiente eslabón disruptivo a eliminar.

Lo que siguió fue una sucesión de actos de autonomía que la nueva directiva interpretó como insubordinación. El punto de no retorno llegó con el fichaje clandestino del joven irlandés Alexander Dunne para el programa de jóvenes pilotos. Marko firmó su contrato mientras Mintzlaff, el nuevo director deportivo Laurent Mekies y los accionistas ya lo habían descartado. La reacción fue brutal: Red Bull rescindió el acuerdo y pagó una indemnización de cientos de miles de dólares por el capricho del asesor. Fue la prueba definitiva de que su poder, antes absoluto, ahora era un riesgo operativo.

El estilo Marko, ese mix de genialidad scout y despotismo implacable, ya no encajaba en la corporación pulcra y centralizada que construye Mintzlaff. El mismo hombre que fichó a más de cien pilotos, descubrió a un Sebastian Vettel adolescente y trajo a un Max Verstappen de 16 años para cambiarlo todo, ahora era un factor de conflicto. Sus declaraciones públicas, como las que acusaron al joven Kimi Antonelli de favorecer a Lando Norris en Qatar –un comentario que desató una tormenta de amenazas de muerte contra el italiano–, sumaron daño reputacional a la lista de grievences.

En el paddock, la pregunta es una sola: ¿y Verstappen? El tridente Verstappen-Marko-Horner fue el núcleo duro de la dominación. Con Horner y Marko fuera, el neerlandés queda como el único símbolo del viejo orden. Sin embargo, las fuentes cercanas al triple campeón mundial descartan una salida intempestiva. Verstappen confía en el proyecto técnico y mantiene una relación sólida con su ingeniero, Gianpiero Lambiase, y con la dupla Mintzlaff-Mekies. Su contrato hasta 2028 tiene cláusulas de rendimiento, y la gran prueba será 2026, con el estreno del motor Red Bull-Ford. El equipo sabe que su retención depende de ofrecerle un auto ganador.

La salida de Marko no se anuncia como un relevo, sino como un restablecimiento del orden. Laurent Mekies, el director que reemplazó a Horner, ya había dado la pista en Abu Dhabi: “Estamos en un entorno donde siempre nos desafiamos y revisamos cómo operar. Helmut fue increíble ayudándonos a mejorar una situación difícil este año”. Un agradecimiento que sonó a epitafio.

Así se cierra una era forjada a base de talento crudo y puños de hierro. Helmut Marko se va sin el ruido de los motores, en el silencio administrativo de una reunión posterior a la carrera. Deja un legado monumental y un equipo que, habiendo devorado a sus propios creadores, se reinventa bajo un nuevo mandato: el de la corporación sobre el individuo. Red Bull ya no es de los rebeldes. Es de los ejecutivos