El Gigante de Arroyito amaneció ayer con una noticia que, aunque rumoreada, no dejó de impactar: Ariel Holan ya no es el entrenador de Rosario Central. El anuncio oficial, pactado de común acuerdo y adelantando una salida que sería a fin de año, puso punto final a una relación de 42 partidos, un título de Liga Profesional, la clasificación a la Copa Libertadores 2026 y una paradoja: ser el mejor equipo del año en la tabla anual, pero fracasar sistemáticamente en los duelos cara a cara que definen campeones.

El "Profe", de 65 años, selló su salida con un extenso y emotivo posteo en Instagram dirigido a dirigentes, cuerpo técnico, empleados, la hinchada y, sobre todo, a sus jugadores. "Siempre en mi corazón", cerró el mensaje, que contrastó con la frialdad de un comunicado de club que agradeció el trabajo pero no extendió el contrato. Horas antes, el presidente Gonzalo Belloso lo había despedido en redes llamándolo "campeón" y asegurando que tras su paso "Central es mucho mejor en todo".

El ciclo de Holan fue una montaña rusa de sensaciones. Llegó en 2024 y logró lo inmediato y crucial: ganar el título de la Liga Profesional, un logro que le valdrá el agradecimiento eterno de la parcialidad canalla. Bajo su mando, el equipo no solo levantó ese trofeo, sino que lideró la Tabla Anual 2025, dominó los clásicos ante Newell's y aseguró un codiciado boleto a la Libertadores, un torneo del que el club ha estado ausente en reiteradas ocasiones en las últimas dos décadas.

Sin embargo, la otra cara de la moneda fue amarga. La misma regularidad que lo destacó en la fase de grupos se diluyó en las instancias decisivas. En 2025, el equipo cayó en cuartos de final del Torneo Apertura ante Huracán, fue eliminado en 16avos de final de la Copa Argentina por Unión, y la semana pasada dijo adiós al Clausura en octavos de final frente a Estudiantes de La Plata. Esa última derrota, en medio de la polémica por la entrega anticipada del trofeo de "campeón de Liga" que enfureció al rival, fue el episodio final.

Detrás de la decisión, más allá de los resultados en eliminatorias, habría habido diferencias en la visión del proyecto. Se señala que Holan tenía una lista de refuerzos muy específica y un fuerte interés en retener a ciertas piezas que la dirigencia consideraba transferibles. La tensión entre el corto plazo competitivo que pedía el DT y la sostenibilidad económica que mira el directorio habría creado una grieta difícil de salvar.

Ahora, Rosario Central se sumerge en una búsqueda frenética. El nombre que más suena con fuerza es el de Eduardo "Chacho" Coudet, actualmente al mando del Alavés español, y con un pasado glorioso como jugador del club. También aparece la figura experimentada de Ramón Díaz, libre tras su paso por el Inter de Porto Alegre, y hasta se menciona a Pablo "Vitamina" Sánchez, de Olimpia de Paraguay.

Holan se va, entonces, con un legado ambivalente. Deja un título, la Libertadores asegurada y el cariño de una hinchada que vibró con su equipo. Pero también se marcha con la frustración de no haber podido convertir esa solidez en más coronas, en un final prematuro que deja la sensación de un proyecto que prometía más de lo que entregó. El arquitecto de la gloria inesperada se despide. El Gigante, ahora, debe encontrar a quien le dé continuidad al sueño