El giro estratégico: Bullrich defiende los vetos y marca el nuevo tono del gobierno frente a la oposición y la calle
En un contexto de alta tensión política y social, con el Congreso debatiendo los vetos presidenciales a leyes clave y con marchas masivas en puerta, Patricia Bullrich delineó la estrategia oficial: firmeza en el ajuste fiscal, defensa del proyecto económico y un cambio discursivo que priorice las ideas sobre los insultos. Desde su rol de ministra de Seguridad y candidata a senadora por la ciudad de Buenos Aires, Bullrich no solo explicó la lógica detrás de los controvertidos vetos a la Ley de Financiamiento Universitario y de Emergencia Pediátrica, sino que también analizó el reposicionamiento del presidente Javier Milei y el mapa electoral de cara a octubre.
“Nos tapamos mucho con los malos modales cuando lo que había que resaltar eran las ideas”, afirmó con contundencia, en lo que parece ser una autocrítica y una directiva nueva para el oficialismo. Bullrich argumentó que el Congreso, al votar aumentos de gasto “irresponsables” fuera del presupuesto, “empuja al país a más déficit, más inflación, más retroceso”. Para ella, el verdadero debate debe darse sobre reformas estructurales —laborales, impositivas, fiscales— y no sobre “proyectos demagógicos” que generan “ruido” y “demandas inmaduras”.
Frente a la inminente movilización universitaria y en defensa de la salud pública, la ministra fue clara: el protocolo de seguridad está activo. “Si la protesta es masiva y pacífica, fluye; si pasa a la violencia, hay que actuar”. Pero no dudó en politizar el evento: “Si va Axel Kicillof, es claro que hay un intento del kirchnerismo por hegemonizar la protesta. Esa es una forma de buscar poder, no una respuesta genuina”.
La mirada electoral y la unidad como bandera
Bullrich, junto al candidato a diputado Alejandro Fargosi, destacó la crucial alianza con el PRO en la ciudad de Buenos Aires. “Esta dispersión solo ayuda al kirchnerismo”, advirtió, subrayando que la unidad es indispensable para evitar fortalecer a quienes “quieren restaurar el pasado”. Negó de plano cualquier especulación sobre una reincorporación de Mauricio Macri como reacción a la derrota en la provincia de Buenos Aires: “El PRO participa activamente”.
Ambos candidatos coincidieron en identificar al kirchnerismo como el “fantasma principal de regresión”, una estructura de poder que se mantiene con “privilegios y militancia rentada”. Reconocieron el malestar social por la crisis económica —“la gente me dice: los banco, aunque no llego a fin de mes”—, pero insistieron en que la estabilidad macroeconómica es el “primer paso imprescindible” que no debe sacrificarse con “atajos demagógicos”.
El mensaje final es de transición: de la confrontación agresiva a la defensa razonada de un ajuste doloroso pero, según su visión, necesario. El Gobierno parece estar consciente de que, para ganar las elecciones de octubre, necesita ampliar la base más allá del núcleo duro, y eso implica bajar el tono y elevar la propuesta. El desafío será convencer a una ciudadanía golpeada por la inflación de que el esfuerzo vale la pena