El costo de trasladarse desde los barrios más alejados hasta la flamante terminal de ómnibus en Junín ha encendido alarmas: un viaje puede alcanzar entre 13 000 y 14 000 pesos, y en algunos casos incluso llegar a los 18 000-20 000, dependiendo del punto de partida. Daniel Giapor, referente de la Asociación de Taxistas, lo graficó con crudeza: la situación es “una locura”. Es que, según su relato, solo los taxis habilitados, remises y colectivos pueden operar allí; alternativas como Uber o moto-taxis están fuera de la ley y, cuando aparezcan, serán rechazadas.

La explicación oficial se sostiene en los números: se habla de una tarifa uniforme con bajada de bandera en 1 400 pesos y 140 pesos por cuadra, aunque estos valores solo reflejarían “lo formal” del servicio. Al mismo tiempo, Giapor subraya que el sustento de los conductores está en riesgo si no se ajustan las tarifas cada 90 o 120 días. De fondo, esta escalada de precios desnuda una tensión entre defender al pasajero y garantizar la viabilidad de un servicio esencial que, en definitiva, define el acceso real de los juninenses a su nueva terminal.