El mapa del descalabro: cómo el conurbano desnudó la crisis de la Alianza PRO-LLA
La aplastante victoria del peronismo unido bajo la marca Fuerza Patria en las elecciones bonaerenses no fue un simple tropiezo para la alianza entre La Libertad Avanza y el PRO. Fue un terremoto político que hizo saltar todas las alarmas en los pasillos del PRO bonaerense. Un informe reservado, que circula entre sus principales referentes, dibuja un panorama desolador: la alianza no solo no sumó, sino que se desplomó en el lugar donde más importa, el Conurbano, perdiendo masa crítica de manera alarmante y exponiendo una fractura insalvable en el electorado no peronista.
El análisis, elaborado por centros de estudios asociados a FLACSO, es implacable. Los círculos rojos que marcan pérdida de votos dominan el mapa de los distritos clave. La Matanza, La Plata, Lomas de Zamora, Quilmes, Lanús y Tres de Febrero, los grandes bastiones electorales de la provincia, se tiñeron del color de la derrota. Las escasas ganancias en pueblos del interior—Presidente Perón, San Nicolás, Chivilcoy—fueron marginales, incapaces de compensar el colapso en la región más poblada.
La cruda realidad es que el músculo electoral que tuvo Juntos por el Cambio en 2021 se atrofió. La alianza no logró convocar a su propia base. El relato de un dirigente nacional del PRO resume la desazón: “No se logró convocar a nuestro electorado”. Esta frase resuena como un lamento en distritos que, pese a ganar, salieron heridos. El caso más paradigmático es Vicente López, el feudo de Soledad Martínez. Aunque obtuvo el porcentaje más alto para LLA (más del 55%), la victoria fue agridulce: se evaporaron más de 20.000 votos comparedo con 2021.
La sangría se repitió en San Isidro y alcanzó su punto más crítico en General Pueyrredón (Mar del Plata). Allí, el intendente Guillermo Montenegro arrastró la boleta a una victoria por 20 puntos, pero el triunfo oculta la herida más profunda: el PRO sufrió su mayor pérdida numérica en la provincia, con más de 40.000 votos menos que en los comicios legislativos anteriores.
¿Qué pasó? El diagnóstico de los expertos apunta a un triple fenómeno: abstención, fragmentación y una estrategia de alianzas fallida. Una porción del votante tradicional de Juntos se quedó en su casa. Otra, tentada por otras ofertas no peronistas como Somos Buenos Aires, Hechos o Potencia, fragmentó el voto. Y una tercera parte, aunque migró a LLA, no fue suficiente. “La elección no se pierde el domingo, se pierde en el cierre”, sentenció un analista, criticando la incapacidad de unir un frente amplio que compensara las pérdidas en el Conurbano.
Mientras el peronismo, aunque también perdió votos en términos absolutos (casi 40.000 en La Matanza), logró sostener su piso electoral y capitalizar una oposición dividida, la alianza PRO-LLA quedó al desnudo. La derrota por casi 15 puntos no estaba en los planes de nadie. Y ahora, con reparos y el sabor amargo de una victoria pírrica en sus distritos, los intendentes del PRO se ven forzados a mover sus estructuras para la campaña de octubre. El desafío ya no es solo ganarle al peronismo. El primer y más urgente reto es recomponer su propia casa, antes de que los cimientos cedan por completo