La letra menuda de la muerte
El veredicto científico es contundente y no deja lugar a dudas. El Cuerpo Médico Forense elevó al juzgado federal de La Plata, a cargo de Ernesto Kreplak, su segundo informe: existen doce nuevas muertes directamente relacionadas con la administración del fentanilo contaminado del lote 31.202, fabricado por HLB Pharma Group SA, la empresa propiedad de Ariel García Furfaro.
El término técnico que utilizan los peritos de la Corte Suprema es “nexo concausal”. Significa que el medicamento envenenado no fue la causa única, pero sí el detonante fatal. Fue el factor que empujó al abismo a pacientes que ya luchaban por su vida en unidades de terapia intensiva, agravando dramáticamente su condición hasta volverla irreversible. El informe es frío, técnico, demoledor. Establece una concordancia plena, genómica y molecular, entre las bacterias Ralstonia mannitolilytica y Klebsiella pneumoniae aisladas en las ampollas y las encontradas en los hemocultivos de las víctimas.
Uno de los hallazgos más escalofriantes del documento es la citación de un estudio científico que cuantifica el daño: la infección con estas bacterias gram negativas multirresistentes aumentó en un 52% la mortalidad de los pacientes dentro de los 30 días. No era un agente cualquiera; era un cóctel de gérmenes letales inyectado directamente al torrente sanguíneo.
La Klebsiella es descrita por los peritos como un bacilo de “elevada virulencia”, frecuente en infecciones intrahospitalarias y notoria por su resistencia a los antibióticos. La Ralstonia, en cambio, es un oportunista sigiloso, capaz de sobrevivir en condiciones extremas y en soluciones, un intruso poco común cuyo hallazgo en un paciente solo puede explicarse por la contaminación de un medicamento o suero.
El expediente ya suma 24 fallecidos con este nexo concausal confirmado, sobre un total de 40 historias clínicas analizadas. La pesquisa está lejos de terminar; aún restan por peritar más de 80 casos. El juez Kreplak incluso ordenó reabrir la revisión de algunas historias que habían sido descartadas inicialmente por errores de carga, lo que presagia que el número final podría ser aún más trágico.
Mientras la justicia avanza con precisión forense, el costado humano de la tragedia sigue latente en el dolor de familias que exigen justicia. Con 17 imputados y siete ya tras las rejas –entre ellos, Ariel García Furfaro y sus hermanos–, el reloj judicial comenzó a correr. Kreplak tiene ahora diez días hábiles para resolver la situación procesal de cada uno de ellos.
La historia es, en el fondo, una sórdida ecuación entre la codicia y la vida. Un producto maldito, fabricado en una empresa familiar donde hasta una anciana de 88 años figuraba como presidenta, que convirtió un calmante en un vehículo de muerte. El informe no solo traza un vínculo irrefutable entre el fármaco y el deceso, sino que expone la brutalidad del hecho: se les vendió a los hospitales un alivio que terminó siendo una sentencia de muerte acelerada