Golpe en el corazón de Doha: Israel elimina a la cúpula de Hamas en un ataque sin precedentes
Mientras el humo se elevaba este martes sobre los lujosos distritos de Doha, las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) y el Shin Bet confirmaban lo impensable: un ataque aéreo de precisión que alcanzó el mismísimo corazón logístico y político de Hamas en el exilio. El blanco: los negociadores y miembros de la oficina política del grupo terrorista, aquellos que, protegidos por la diplomacia y la distancia, orquestaban la guerra y la masacre del 7 de octubre.
El mensaje de las autoridades israelíes fue contundente: “Durante años, estos miembros del liderazgo han dirigido las operaciones del grupo terrorista. Son directamente responsables de la brutal masacre y han estado orquestando la guerra contra Israel”. La operación, ejecutada con “armamento de precisión” y basada en “inteligencia adicional”, según el comunicado oficial, buscó minimizar daños colaterales, aunque su impacto geopolítico es incalculable.
El ataque no solo demuestra una capacidad de inteligencia penetrante que traspasa fronteras, sino que llega en el momento más delicado. Justo cuando el enviado estadounidense de Donald Trump, Steve Witkoff, impulsaba con urgencia una nueva propuesta de alto el fuego. Gideon Saar, ministro de Exteriores israelí, había afirmado horas antes que Israel aceptaba la propuesta de Trump bajo dos condiciones non negotiable: la liberación de todos los rehenes y el desarme completo de Hamas. Condiciones que, tras el ataque en Doha, parecen más lejanas que nunca.
La reacción de Catar no se hizo esperar. Majed al Ansari, portavoz de su Cancillería, confirmó el ataque contra “varios miembros” de Hamas y anunció una investigación “al más alto nivel”. El hecho de que el ataque se produjera en territorio de un aliado clave de Washington —y anfitrión de una gran base militar estadounidense— agrega una capa de complejidad explosiva a la crisis. Inmediatamente, la Embajada de EE.UU. en Doha emitió una orden de confinamiento para su personal y ciudadanos estadounidenses, un movimiento que refleja la gravedad inmediata de la situación.
Mientras tanto, en Gaza, la maquinaria de guerra israelí se prepara para escalar el conflicto a una nueva fase. Las FDI ordenaron la evacuación total de la Ciudad de Gaza, un anuncio que precede a lo que se anuncia como una operación terrestre inminente y de una contundencia sin precedentes. “Actuaremos con contundencia”, advirtieron.
El ataque en Doha es un terremoto estratégico. Por un lado, Israel demuestra que no hay refugio seguro para quienes planean su destrucción, llevando la guerra a un nuevo frente en el golfo Pérsico. Por el otro, dinamita el tablero de negociación en el que EE.UU. había invertido todo su capital diplomático. Hamas, que horas antes había tachado la propuesta americana de “humillante documento de rendición”, ahora ve a sus negociadores eliminados físicamente.
El humo sobre Doha no es solo el de las explosiones. Es el de las esperanzas de un cese al fuego inmediato que se esfuman y el de una región que, una vez más, se precipita hacia lo desconocido. La guerra ha cambiado de escenario, y sus reglas, una vez más, han sido reescritas con fuego